EL ALCOHOL Y LOS ESTUPEFACIENTES SON «ACOMPAÑANTES» PELIGROSOS

12 may 2022 Factor Humano

Al hablar de conductas de riesgo, uno de los problemas más graves es conducir bajo los efectos del alcohol. Además de la conducción a altas velocidades, el alcohol constituye uno de los principales peligros en las carreteras de todo el mundo. No cabe duda de que el alcohol relaja, levanta el ánimo y actúa como «lubricante social» en fiestas, celebraciones o en discotecas y clubs. Por estas razones, es muy popular entre los jóvenes conductores. De hecho, muchos jóvenes consideran normal beber un poco más de la cuenta cuando se está festejando. Sin embargo, el alcohol enturbia los sentidos, reduce la capacidad crítica y de control, y hace que uno permanezca más tiempo de lo previsto en la fiesta, pierda la sensatez a medida que se bebe y acabe por ponerse al volante del vehículo para conducir el pequeño trayecto de vuelta a casa. Los trayectos que se realizan en estado de ebriedad suelen ser tramos conocidos, de menos de diez kilómetros, que el conductor ha recorrido ya en múltiples ocasiones.

Numerosos estudios y revisiones concluyen que los conductores con trastornos relacionados con el consumo excesivo de alcohol se diferencian de los conductores que no padecen estos trastornos por factores sociodemográficos o específicos del desempeño y la personalidad, y la trascendencia del alcohol en su estilo de vida. Entre los factores que incrementan el riesgo de sufrir accidentes en el tráfico rodado por conducir en estado de embriaguez se cuentan: el consumo de alcohol regular y, en concreto, elevado, los hábitos de consumo excesivo, un elevado grado de aceptación de una cultura de consumo de alcohol, una postura benevolente respecto al consumo de alcohol y la conducción, una capacidad reducida para valorar de forma realista lo que supone una concentración de alcohol en sangre ilegal, el desconocimiento de los efectos incapacitantes del alcohol y, sobre todo, una mayor tolerancia al alcohol.

SÍNTOMAS TEMPRANOS DE LOS EFECTOS DEL ALCOHOL

Este fenómeno se produce cuando el consumidor en cuestión necesita una cantidad de alcohol cada vez superior para conseguir el mismo efecto. Debido a ello, por ejemplo, estos conductores no consideran que una concentración de alcohol en la sangre de 0,5 g/l pueda ser perjudicial. Sin embargo, los efectos del consumo de alcohol se aprecian desde una concentración de alcohol en la sangre de 0,2 g/l y son cada vez más patentes según aumenta el consumo. Quedan afectadas prácticamente todas las áreas responsables del rendimiento cognitivo, como la rapidez de respuesta, la percepción, el control del desempeño o las funciones de ejecución, así como los procesos de valoración, incluyendo la disposición al riesgo. La capacidad de dividir la atención —básica para la conducción de un vehículo— queda incluso afectada con una tasa de alcoholemia inferior a 0,3 g/l. El peligro de sufrir un accidente aumenta de forma exponencial a partir de una tasa de concentración de alcohol en sangre superior a 0,5 g/l.

TASA CERO DE ALCOHOLEMIA PARA LOS CONDUCTORES NOVELES

Alemania introdujo en 1953 límites de concentración de alcohol en sangre, que se ampliaron posteriormente con sanciones y más tarde con medidas de seguimiento y rehabilitación. El Tribunal Federal de Justicia de Alemania estableció como infracción la conducción con una tasa de alcoholemia superior a 1,5 g/l. Este valor se redujo a 0,8 g/l en 1973 y a 0,5 g/l en 2001. Los conductores que pongan en peligro la seguridad vial con una tasa de alcoholemia superior a 0,3 g/l (por ejemplo, que causen un accidente) o circulen con una tasa de alcoholemia superior a 1,1 g/l (sin causar un accidente o poner en peligro la seguridad vial) son declarados personas no aptas para conducir. Este delito se sanciona con la retirada del permiso de conducir y con una multa o pena de prisión. A partir de una tasa de alcoholemia superior a 1,6 g/l o si se comete un mínimo de dos infracciones por conducción con una concentración de alcohol en sangre de al menos 0,5 g/l, los conductores deben someterse a un reconocimiento médico-psicológico. Su objetivo es establecer si el conductor sigue presentando o puede presentar en el futuro un riesgo elevado de sufrir nuevamente accidentes en el tráfico rodado por conducir en estado de embriaguez.
En el año 2007, Alemania introdujo finalmente la prohibición total del alcohol para los conductores noveles. Si se comete tal infracción durante el período de dos años a partir de la obtención del permiso de conducir o por parte de un conductor menor de 21 años, se adoptan medidas de apoyo, como cursos de sensibilización y sanciones, incluyendo una prolongación del período de prueba de dos años adicionales. Un estudio del BASt elaborado en 2010 demostró que, en el espacio de tiempo posterior a la introducción del cambio legislativo, el número de infracciones por conducción en estado de embriaguez cometidas por conductores jóvenes menores de 21 años se redujo en un 17 % en comparación con el período previo a la introducción de dicho cambio. En el caso de los conductores mayores de 21 años, esta cifra disminuyó solo en un 2,5 %. El número de conductores jóvenes con una tasa de alcoholemia de al menos 0,3 g/l implicados en accidentes se redujo en un 15 %. Además, un elevado porcentaje del grupo objetivo de conductores noveles (95 %) respetó la norma de la tasa cero de alcoholemia.
La norma de la tasa cero de alcoholemia para conductores noveles se aplica también en numerosos países, por ejemplo, en la mayoría de los estados de Estados Unidos, Canadá, Australia, Italia, Rumanía, la República Checa o Suiza. En un gran número de países, como Francia, Grecia, los Países Bajos, Polonia, Portugal o Suecia, la tasa límite se sitúa en 0,2 g/l.
Según un estudio del BASt publicado en 2020, los conductores noveles que desde 2007 están regulados por la normativa que prohíbe el alcohol suelen optar por no conducir si han consumido alcohol también en los años posteriores. El estudio analiza las estadísticas oficiales de accidentes y el registro de aptitud para conducir de la Oficina Federal de Tráfico alemana. También concluye que los conductores para los que la prohibición total del alcohol regía desde la obtención del permiso de conducir sufrían menos accidentes y cometían menos infracciones de tráfico por consumo de alcohol excesivo durante los años posteriores. Asimismo, en comparación con la encuesta precedente, el cumplimiento de la prohibición del consumo de alcohol mejoró de nuevo, ascendiendo al 98,3 %. Se constata, por tanto, que «interiorizar » la prohibición del alcohol desde el principio resulta eficaz también en los años venideros.
Teniendo en cuenta las medidas de seguimiento arriba citadas tras la conducción en estado de embriaguez, algunos llegan a la siguiente conclusión: «si se quiere beber, es mejor cambiar el coche por la bicicleta ». Según una encuesta de hogares realizada en 2008 por la Universidad Guillermo de Westfalia en Münster, 204 de los 591 encuestados (34,5 %) afirmaron utilizar la bicicleta «para poder consumir alcohol ». Esta afirmación fue respaldada por más de la mitad de los encuestados de entre 16 y 29 años de edad (52,9 %). Esto parece indicar que ir en bicicleta estando bajo la influencia del alcohol no es algo poco frecuente, especialmente entre la juventud, que subestima los peligros y favorece posturas permisivas frente a esta práctica. No obstante, en Alemania los ciclistas pueden ser declarados culpables de conducir bajo los efectos del alcohol. A partir de una tasa de alcoholemia de 1,6 g/l en bicicleta, el ciclista puede tener que someterse a un reconocimiento médico- psicológico para determinar su aptitud para conducir. En caso de no superar la prueba, puede llegar a perder el permiso de conducir automóviles.

EL CONSUMO CRÓNICO DE CANNABIS MERMA LA CAPACIDAD FUNCIONAL

Además del alcohol, drogas como el cannabis están cobrando cada vez más relevancia en el tráfico rodado. Estudios internacionales demuestran que el alcance del consumo de cannabis está correlacionado con la conducción bajo la influencia de sustancias y un comportamiento peligroso al volante. Se ha constatado una serie de características sociodemográficas asociadas a la conducción tras el consumo de cannabis, por ejemplo, los hombres jóvenes de entre 20 y 25 años con dificultades de aprendizaje durante la escolaridad (visibles en un rendimiento escolar deficiente y absentismo escolar precoz), la procedencia de familias monoparentales o la acumulación de varias infracciones de tráfico. Entre los factores psicosociales, un estado de salud mediocre, la búsqueda de sensaciones límite («sensation seeking »), capacidades de autocontrol limitadas, una personalidad propensa al riesgo y tendencias agresivas contribuyen en gran medida a predecir la conducción tras el consumo de cannabis. Todos estos son rasgos de personalidad que suelen observarse también en conductores con trastornos relacionados con el consumo excesivo de alcohol.
En Alemania aún no hay estadísticas oficiales sobre las cifras de accidentes, los delitos o las infracciones relacionados con el consumo de cannabis. Debemos conformarnos con los extractos disponibles de los registros de datos. De 1.487 análisis de sangre llevados a cabo tras controles de tráfico en las regiones del sur y del oeste de Sajonia en 2014, el 39 % de todos los casos reveló la presencia de cannabis. En las tomas de sangre solicitadas en el marco del examen médico para la recopilación de pruebas, se constataron de manera poco pronunciada y en raras ocasiones trastornos de conducta relacionados con el consumo de sustancias y confusión. Estos síntomas se sitúan en el rango porcentual inferior de 2 dígitos, por ejemplo: en el 16,2 % de los casos se constataron dificultades al caminar en línea recta; en el 16,5 %, al cambiar súbitamente de dirección; en el 11,1 %, en la prueba de dedo a dedo; en el 10,0 %, en la prueba de dedo a nariz; y en el 6,1 %, al hablar.
Según constatan diversos estudios, se está dando un constante aumento de las tasas de inicio de consumo de cannabis a edades que suelen ir de los 13-14 hasta los 19 años. El momento de mayor riesgo para el inicio de consumo, es decir, la franja de edad en la que la mayoría de personas consume por primera vez, se sitúa entre los 16 y 18 años. El inicio precoz del consumo de drogas en menores de 15 años constituye en cambio un factor de riesgo significativo asociado a posteriores problemas de salud, sociales y emocionales, ya que el desarrollo corporal de los jóvenes todavía no se ha completado, y el proceso de maduración psicosocial se ve alterado en gran medida en la pubertad. Para que el consumo de drogas vaya más allá de una fase de prueba y se convierta en una adicción se consideran, entre otros, los siguientes factores: efectos esperados, refuerzo gracias a la atención social del grupo de referencia, efecto positivo del consumo de drogas observado en otras personas y los efectos farmacológicos positivos experimentados al consumir la sustancia psicoactiva. Estas experiencias provocan distintas sensaciones, como agitación o calma, relajación, euforia o éxtasis, que incitan al consumo continuado de cannabis y pueden provocar la adicción.

AUMENTO SIGNIFICATIVO DE LAS CARRERAS ILEGALES, SOBRE TODO EN GRANDES CIUDADES

El consumo crónico de cannabis tiene múltiples consecuencias y puede afectar a aspectos tanto de la disposición al rendimiento como de la capacidad funcional. También pueden verse alterados todos los procesos cognitivos que también se ven afectados por el consumo excesivo de alcohol: la concentración, la atención, la capacidad de reacción, la memoria operativa y a corto plazo, la psicomotricidad y la percepción temporal y espacial. En el campo de la disposición al rendimiento, tanto la apatía como la pérdida de iniciativa, motivación e interés merman el control mental de actuación y, con ello, la ejecución de la tarea de conducción.
Si existen condiciones genéticas desconocidas, el cannabis puede asimismo desencadenar trastornos mentales que pueden abarcar desde miedos, depresiones o alucinaciones hasta trastornos psiquiátricos completos, tales como manías o un trastorno psicótico. Estas son razones de peso para establecer un límite de tetrahidrocanabinol (THC) lo más bajo posible. En Alemania, este límite se sitúa, por ejemplo, en 1,0 nanogramos por mililitro de suero sanguíneo. A su vez, fija el umbral actual de lo que se considera una infracción y es indicativo de dudas sobre la aptitud para conducir que han de aclararse a falta de certeza suficiente para garantizar una conducción segura.
A modo de comparación: numerosos países europeos, como Francia, Inglaterra, los Países Bajos, Noruega, Portugal, Eslovenia, España, Suecia o la República Checa, han fijado asimismo límites máximos de THC. El rango de valores —entre 0,0 y 6,0 nanogramos por mililitro de suero sanguíneo— es relativamente amplio. En Estados Unidos se observa también un panorama dispar, con valores comprendidos entre 0 nanogramos por mililitro de suero sanguíneo, como es el caso de Arizona, Georgia o Virginia, y 10 nanogramos en los estados de Maine o Washington.