EL CONSUMO CRÓNICO DE CANNABIS MERMA LA CAPACIDAD FUNCIONAL
Además del alcohol, drogas como el cannabis están cobrando cada vez más relevancia en el tráfico rodado. Estudios internacionales demuestran que el alcance del consumo de cannabis está correlacionado con la conducción bajo la influencia de sustancias y un comportamiento peligroso al volante. Se ha constatado una serie de características sociodemográficas asociadas a la conducción tras el consumo de cannabis, por ejemplo, los hombres jóvenes de entre 20 y 25 años con dificultades de aprendizaje durante la escolaridad (visibles en un rendimiento escolar deficiente y absentismo escolar precoz), la procedencia de familias monoparentales o la acumulación de varias infracciones de tráfico. Entre los factores psicosociales, un estado de salud mediocre, la búsqueda de sensaciones límite («sensation seeking »), capacidades de autocontrol limitadas, una personalidad propensa al riesgo y tendencias agresivas contribuyen en gran medida a predecir la conducción tras el consumo de cannabis. Todos estos son rasgos de personalidad que suelen observarse también en conductores con trastornos relacionados con el consumo excesivo de alcohol.
En Alemania aún no hay estadísticas oficiales sobre las cifras de accidentes, los delitos o las infracciones relacionados con el consumo de cannabis. Debemos conformarnos con los extractos disponibles de los registros de datos. De 1.487 análisis de sangre llevados a cabo tras controles de tráfico en las regiones del sur y del oeste de Sajonia en 2014, el 39 % de todos los casos reveló la presencia de cannabis. En las tomas de sangre solicitadas en el marco del examen médico para la recopilación de pruebas, se constataron de manera poco pronunciada y en raras ocasiones trastornos de conducta relacionados con el consumo de sustancias y confusión. Estos síntomas se sitúan en el rango porcentual inferior de 2 dígitos, por ejemplo: en el 16,2 % de los casos se constataron dificultades al caminar en línea recta; en el 16,5 %, al cambiar súbitamente de dirección; en el 11,1 %, en la prueba de dedo a dedo; en el 10,0 %, en la prueba de dedo a nariz; y en el 6,1 %, al hablar.
Según constatan diversos estudios, se está dando un constante aumento de las tasas de inicio de consumo de cannabis a edades que suelen ir de los 13-14 hasta los 19 años. El momento de mayor riesgo para el inicio de consumo, es decir, la franja de edad en la que la mayoría de personas consume por primera vez, se sitúa entre los 16 y 18 años. El inicio precoz del consumo de drogas en menores de 15 años constituye en cambio un factor de riesgo significativo asociado a posteriores problemas de salud, sociales y emocionales, ya que el desarrollo corporal de los jóvenes todavía no se ha completado, y el proceso de maduración psicosocial se ve alterado en gran medida en la pubertad. Para que el consumo de drogas vaya más allá de una fase de prueba y se convierta en una adicción se consideran, entre otros, los siguientes factores: efectos esperados, refuerzo gracias a la atención social del grupo de referencia, efecto positivo del consumo de drogas observado en otras personas y los efectos farmacológicos positivos experimentados al consumir la sustancia psicoactiva. Estas experiencias provocan distintas sensaciones, como agitación o calma, relajación, euforia o éxtasis, que incitan al consumo continuado de cannabis y pueden provocar la adicción.