Una preocupante interacción de varios factores de riesgo
Los jóvenes de entre 18 y 24 años forman parte, junto con los mayores de 65 y los motoristas, de los grupos de alto riesgo en el tráfico rodado. El elevado índice de siniestralidad juvenil en relación con el porcentaje de personas jóvenes sobre la población general se debe a la falta de experiencia, a la mayor propensión al riesgo y a la inmadurez para detectar a tiempo situaciones potencialmente peligrosas y reaccionar en consecuencia. Para dar un giro a esta tendencia es necesario abordar los más diversos campos de actuación.
En la actualidad, los hábitos de movilidad están experimentando una rápida transformación en buena parte del mundo. El clásico tráfico de turismos se enfrenta a cambios inéditos derivados de la creciente electrificación de la cadena cinemática y del mayor grado de automatización de la conducción. Tener un vehículo propio ha perdido interés como símbolo de estatus. Hoy por hoy, la conectividad y la flexibilidad cuentan más que la potencia del motor y la velocidad máxima. En Europa, Norteamérica, Australia o Nueza Zelanda, la bicicleta y sus derivados y los vehículos de movilidad personal ganan cada vez más adeptos, sobre todo entre la gente joven, el sector poblacional en el que se centra este informe, debido a la creciente concienciación medioambiental, entre otros factores.
Los resultados de una encuesta realizada por Forsa en otoño de 2021 por encargo de DEKRA entre jóvenes de 18 a 24 años son muy reveladores por lo que respecta al uso diario de medios de transporte, tomando Alemania como ejemplo. La encuesta desveló que, si bien un 46 % de los encuestados afirmaba desplazarse en su coche u otro turismo particular varias veces a la semana, un porcentaje similar (42 %) usaba con la misma asiduidad los transportes públicos como el autobús y el tranvía. Aparte de esto, un 32 % declaraba circular con la misma frecuencia en bicicleta clásica o eléctrica.
CAMBIO EN LOS HÁBITOS DE MOVILIDAD
Esta tendencia está adquiriendo un fuerte impulso: por un lado, por las ofertas de carsharing, el alquiler de patinetes eléctricos y la fiabilidad del transporte público, en especial en las zonas urbanas; por otro, por la escasez de aparcamientos, el encarecimiento del combustible y la creciente sensibilización sobre las conductas sostenibles. Así lo indica la encuesta de Forsa, al menos en lo que respecta a Alemania. El coche se usa varias veces a la semana, sobre todo en ciudades y municipios pequeños de menos de 100.000 habitantes. En cambio, quienes viven en ciudades con más de 100.000 habitantes recurren con mayor frecuencia a los transportes públicos y a la bicicleta, mecánica o eléctrica. Otro aspecto de interés es que, a la pregunta de por qué optaban por el coche, la gran mayoría de los encuestados respondió que era el medio más cómodo y sencillo para realizar sus desplazamientos (84 %). Este motivo está más arraigado entre las personas que viven en zonas más bien rurales (ciudades y municipios de menos de 100.000 habitantes). Muchas veces, el coche es la única posibilidad que tiene este grupo de encuestados para desplazarse al lugar de trabajo o de formación; esto no se da con tanta frecuencia en ciudades de más de 100.000 habitantes.
Lo cierto es que las nuevas posibilidades técnicas y ofertas de movilidad, sumadas a la transformación del marco social, conllevan un cambio de las necesidades y expectativas en cuanto a las formas y conceptos modernos de movilidad. Al mismo tiempo, es previsible que los cambios descritos en los hábitos de movilidad repercutan sensiblemente en la siniestralidad. Se vislumbran cambios de gran calado para la tercera edad —sector estudiado en el Informe de seguridad vial 2021— y para la juventud, que tiene una actitud muy abierta frente a lo nuevo y suele estar dispuesta a experimentar. Por ello, el foco se dirige cada vez más a quienes participan en el tráfico sin ninguna protección, por ejemplo, sin una zona de deformación como la de los turismos. La tendencia previsible es que se produzca un incremento de los accidentes con implicación de peatones, ciclistas y usuarios y usuarias de la micromovilidad. Para reaccionar a estos cambios se está adaptando el marco jurídico y la infraestructura. Numerosos países, sobre todo en Europa, han modificado sus códigos de circulación en los últimos años y han implementado medidas para igualar las condiciones de los distintos usuarios de la vía.
Por medio de objetivos de gran alcance como la «Vision Zero» —un tráfico rodado sin víctimas mortales ni heridos graves—, de una movilidad ecológica, sostenible y asequible para todos, y de la creación de un espacio agradable para vivir en lugar de un espacio centrado en el tráfico, se persigue el objetivo de ofrecer la mayor protección posible a los usuarios de la vía más vulnerables en caso de colisión. Este importante proyecto no goza de especial popularidad entre los automovilistas; su rechazo se ha puesto de manifiesto en todos los lugares donde se han tomado medidas al respecto. La versión actualizada del UK Highway Code del Reino Unido, presentada en enero de 2022, desató encendidos debates en la política y la sociedad.
Asimismo, los cambios introducidos en 2020 en el Código de Circulación alemán con miras a igualar progresivamente las condiciones para ciclistas y peatones también toparon con grandes reticencias. Con este fin se adaptó consecuentemente el catálogo de multas, pero su reforma fue objeto de tales críticas por parte de los grupos de presión que fue necesario retractarse o suavizar notablemente algunos de los cambios. A consecuencia de esto, no se lograron los beneficios esperados sobre la siniestralidad, o los efectos fueron menos marcados. Sin embargo, se necesita precisamente una interacción de diversos factores para poder mejorar la seguridad vial en general y la de determinados grupos de personas en particular.
LA PARTICIPACIÓN EN EL TRÁFICO REQUIERE PRECAUCIÓN Y CONSIDERACIÓN AL MISMO TIEMPO
En términos generales, puede afirmarse que es muy necesario tomar medidas para mejorar la seguridad de los jóvenes en el tráfico. Las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud, junto con la organización YOURS (= Youth for Road Safety) —fundada por la OMS en 2009—, constataron hace tiempo que cada año fallecen más jóvenes de entre 15 y 29 años en accidentes de tráfico en todo el mundo que a causa del SIDA, la malaria, la tuberculosis o los asesinatos. El porcentaje medio anual más elevado de víctimas mortales jóvenes por 100.000 habitantes corresponde a África, Sudamérica y Asia (gráfico 1). Entre los riesgos asumidos consciente o inconscientemente, y que con frecuencia revisten un peligro mortal, se cuentan el exceso de velocidad, el consumo de alcohol, las distracciones y el hecho de no usar el cinturón de seguridad o de circular en moto o bicicleta sin casco.YOURS, miembro oficial de la United Nations Road Safety Collaboration, junto con muchas más instituciones, trabajan por incluir los objetivos de seguridad vial en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Asimismo, YOURS realiza una intensa labor para conseguir que las estrategias nacionales dediquen más atención a la seguridad vial de la población juvenil; el ejemplo más reciente es la cumbre African Youth SDGs Summit celebrada en marzo de 2022.
Obviamente, la siniestralidad juvenil no descenderá de un día a otro. Para conseguir un efecto duradero es necesario aplicar un enfoque estratégico que abarque, por ejemplo, una mayor sensibilización de la opinión pública frente al problema y una labor educativa mediante campañas adecuadas, así como la formación de los conductores y el examen para obtener el permiso de conducir, la aplicación sistemática de la normativa y el uso específico de las tecnologías modernas, como los sistemas de asistencia a la conducción. Tampoco se debe olvidar que es preciso tomar medidas adecuadas en las infraestructuras, por ejemplo, creando vías más indulgentes con los posibles errores de conducción. Los ámbitos temáticos mencionados dejan entrever los numerosos desafíos que hay que abordar en relación con la seguridad de la juventud en el tráfico rodado. En los próximos capítulos los trataremos en profundidad.